Elisa
¿Has
vistos sus ojos? Brillan como el cielo de la mañana, es increíble a donde te
pueden llevar con solo observarlos unos minutos. Mi camino nocturno hacia casa
proseguía con normalidad, nada fuera lugar, hasta llegar al parque que hay que
cruzar para llegar a mi hogar, de la nada una pequeña llovizna recio sobre mí,
apresure mi paso, justo en el centro del parque hay un cruce de caminos y una
farola en el medio. Cuando estoy cerca de llegar me fijo que hay una persona en
el centro, mirando el cielo, casi imperceptible a mi vista, me acerque para ver
si necesitaba algo, cuando estuve más cerca me di cuenta de que era una mujer,
con un cabello negro suelto casi fundido con la oscuridad del cielo, era alta,
blanca como la luna llena de esa noche, estaba de espalda a mí, desde mi
perspectiva parecía imponente, al verla no podía gesticular una solo palabra,
solo admiraba como se veía de espalda a mí, de pronto pensé que podría ser un
fantasma o alguna suerte de alma en pena, pero cada vez que lo pensaba era
menos probable de que fuera eso (En si la idea era muy estúpida), mis manos por
alguna razón estaban algo temblorosas, me acerque un poco más y pregunte
-¿Hola? ¿Necesitas ayuda?-. No me respondió, solo miraba al cielo, mi corazón
poco a poco se aceleraba más y más, y la lluvia se hacia cada vez más fuerte, estando
ya a unos 4 pasos de ella dijo “No es hermoso, ver como cae la lluvia” Su voz
suave, me recordaba a cuando el viento mueve la flores de mi jardín. Yo un poco
preocupado le pregunte -¿Qué haces tan tarde en un lugar tan solo?-. -además está
lloviendo podrías resfriarte-. Se voltea hacia a mí y me dice, -Estoy buscando
algo que se me perdido-. Al no saber a qué se refería, di unos pasos para poder verla de frente, cada paso aceleraba mas mi corazón. Era hermosa tanto, que no parecía ser real, su nariz era muy perfilada, como si
alguien la fuera esculpido, sus ojos eran grandes y saltones y eran color café, tenía las
pestañas más largas que había visto, su boca era muy discreta con labios finos
y rojos, su cabeza era un redondo perfecto, es como si estuviera hecha a
medida, es como si hubiese sido moldeada de manera perfecta, llevaba vestido azul marino que le llegaba a las piernas, y ligeramente dejaba entrever
su cuello y parte del pecho, sus brazos estaban al descubierto y uno de ellos parecía
tener una gran marca de nacimiento que parecía ir del ante brazo hacia la
espalda. Estaba extasiado, solo con mirar, estaba cautivado como si hubiese
sido hechizado, sin poder pensar en unas palabras, precedí a quitarme la
chaqueta, que casualmente me lleve hoy al trabajo, y le dije, -Tome podrías
resfriarte, y no te preocupes por mí, vivo al pasar el parque, quédate con la
chaqueta y cuando vuelvas me la entregas-. hice un pausa, y ella me miro, su miraba
usurpaba mi alma, estaba seguro de que podía verla, y le dije -Si estas en el
parque seguro te encontrare, paso por aquí todos los días a esta misma hora-.
Sus manos algo pequeñas tomaron la chaqueta con delicadeza y procedió a
colocárselo en los hombros, dejando su cabeza al descubierto de la lluvia, me
miró fijamente y me dijo con una pequeña sonrisa “Gracias”, la lluvia
paulatinamente arreciaba más y más, me pareció que lloraba, estaba seguro que
lloraba, quizás solo podía ocultar sus lágrimas con la lluvia, porque el cielo
también parecía llorar esa noche. Estoy seguro que lo que vi correr en su cara
no eran gotas de agua, cada una eran lagrimas muy grandes que hacían temblar
ese pequeño parque, miraba fijamente el cielo, yo solo me podía sentir pequeño
ante su imponente figura. Sentía que me había atrapado, no podía alejarme, era
incapaz de dar un paso, de decir una palabra, el ruido de las gotas al caer en
el pavimento eran suficientes. El sonido de la lluvia eran suficientes palabras
para adornar el momento. Decidí mirar al cielo, pero no estaba nublado, había
tantas estrellas como nunca había visto y esa noche brillaban como si cada una fuera un pequeño sol, no había una sola nube para poder justificar
la lluvia que cada vez se hacía más intensa, solo podía pensar que el cielo
lloraba junto a ella, baje mi vista y la mire fijamente, ella hizo igual, no
sabía que esperar, no sabía que decir, movió su fina boca y me dijo “Lo he
perdido todo, ya no tengo nada que buscar, no tengo más por el cual reír, no
tengo nada por el cual vivir” Estaba hipnotizado por sus ojos. Estaba seguro que si
decía algo arruinaría tan fantasioso momento, sin poder concertar ninguna
acción, decido seguir mirando al cielo. Aun caía lluvia, el cielo era un
espectáculo, pensaba que en cualquier momento a esa extraña chica le saldrían
alas y se iría volando.
Sin
decir mucho más, baja la mirada me mira, y con una sonrisa discreta, brillante
como el cielo de esa noche, me dice “Gracias por compartir este momento
conmigo” se retira lentamente y con cada paso que da la pierdo cada vez mas de
vista, hasta llegar un momento donde solo puedo tener un recuerdo de ella
mirando fijamente el cielo, mientras la gotas de lluvia se deslizaban por su
blanco rostro. Cuando por fin puedo moverme, me doy cuenta de que al momento que
yo le perdí la vista, la lluvia se detuvo,
sigo camino a casa, al llegar me preparo la cena y me acuesto a dormir, trate
de conciliar sueño, pero no podía dejar de pensar en aquella chica, me levanto
a las 3 de la madrugada, y me voy hacia la ventana que me da vista perfecta
hacia cierta parte del parque y la calle, al cabo de unos minutos en la lejanía
se escuchan 4 estruendos muy fuertes, a mis oídos se oían como disparos, pero pensé "Seguramente en mi imaginación".
Después de pasar casi una noche en vela, me despierto para arreglarme para ir
al trabajo, prendo el televisor de la sala de estar, y veo la
noticias atentamente, para ver si mencionan algo de los estruendos de anoche o de ese extraño fenómeno, decepcionado quede ya que nada de lo usual se dijeron en
las noticias matutinas. Salí algo más temprano que de costumbre, para poder
caminar por el vecindario para ver si podía saber o encontrar algo que me diera una pista de ¿Que paso Anoche?. No pude concertar nada, termine llegando tarde a
mi trabajo, le conté a mis compañeros a medias mi experiencia de esa noche, porque tenia que hacerlo creíble, les di la
descripción de aquella chica pero ninguno parecía saber nada, además casi todos
coincidieron que podría ser una experiencia sobrenatural, lo que me a mí me
parecía lo menos probable. Después de terminar de trabajar, salgo como de costumbre algo tarde,
decido parar a comer algo cerca en un puesto de comida justo a una calle de mi
trabajo, al terminar de comer, procedí a marcharme, y al llegar al parque, me
quede justo en centro mirando a todo lados para ver si podía avistar a aquella
chica. No había nadie, estaba solo como de costumbre, no había rastro de nada,
mire al cielo y estaba tan brillante como la noche anterior, había muchas estrellas, estaba deseando en mi interior que volviera a llover, y verla a ella
llegando de nuevo, pero eso nunca pasaría. Un poco decepcionado me retire a mi
casa, justo en la entrada había una caja muy adornada, con una carta al lado,
entro en mi casas con la caja en la mano, abro lentamente la caja, y vi mi
chaqueta dentro, muy impactado por lo que había visto, sin leerla todavía tome la carta y salí corriendo a la entrada
para ver si veía alguien por la calle, pero estaban desoladas, aun con pocas
esperanzas decidí ir la parque de nuevo, cuando llegue al sitio donde estábamos
y al no ver a nadie abrí la carta para leer su el contenido, y decía lo siguiente.
“Hola
Harry, gracias por el gesto de ayer, me has salvado la vida, gracias por
compartir esa lluvia conmigo, gracias por compartir la estrellas conmigo,
gracias por compartir tu silencio conmigo, gracias por no dejarme morir esa
noche. Lo siento por haberme llevado tu chaqueta y siento haber incomodado tu
noche.”
ATT: Elisa
Nunca
más volví a saber de ella. Ahora siempre miro las estrellas cuando llueve, desde
ese día después de salir de mi trabajo me quedo unos minutos en el parque deseando que vuelva a llover sobre mí. A veces tengo
sueño dispersos de aquella chica, nunca olvidare su rostro, su vestido,
sus ojos, nunca olvidare a alguien que con unos minutos marco mi vida para siempre, nunca olvidare a Elisa.
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